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"¿Tú entiendes algo? ¿Por qué el empeño de resucitar un pasado imposible?..."

por La Carta de la Bolsa Hace 7 años
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Les he hablado en numerosas ocasiones de E.P. afamado bolsista y, hasta hace unos años, antes de su prejubilación, uno de los mejores operadores de la Bolsa española. Hablamos una o dos veces al mes. Suficiente. La brújula está bien orientada. Pierde referencias cuando las conversaciones y los razonamientos se multiplican, porque se cae en la contradicción del día a día. E.P. muestra su preocupación por el mundo global. El Reino de España es un apéndice. Está convencido del cambio sistémico, pero lo que él define la Gran Ruptura y la llegada de un Mundo Nuevo, quizá no lo veamos desde el mundo de los vivos. Habla del Reino de España "y del empeño de algunos medios por comparar churras con merinas. De la obcecación por un empleo, dicen, de cuarta división. De insistir en crecimientos potenciales debajo de la media histórica. De manipular conciencias en contra del partido que gobierna. De ningunear que la producción industrial vuelve a terreno positivo tras dispararse un 7,1% en enero. De plantear batallas perdidas, como las convocatorias de unos sindicatos, que no pintan nada en la España actual. De insistir, en definitiva, en un pasado, que no volverá. Aquél Estado de Bienestar murió. Los muertos no resucitan. Aquellos crecimientos exuberantes son pasado en el Reino de España y en USA, China y Japón. Aquellas pensiones se las llevó el viento, salvo la de algunos presidentes del Ibex, que se fuman puros en sus despachos. Juegan con las volutas de humo desde las plantas más altas de las sedes de sus empresas ¿Tú entiendes algo? ¿Por qué el empeño de resucitar un pasado imposible?..."

"Recuerdo aquél perro del hortelano, que ni comía (¿o era jodía? ni dejaba comer (joder). O como la gata Flora, que en el mismo lecho hacia lo mismo con su pareja, el gatito Amador. Ejemplos del vulgo sabio, que explican de manera muy gráfica las contradicciones eternas del ser humano, ese sí pero no. Criticar una medida que no llega y volverla a criticar cuando llega. Amigos analistas y otros observadores del mercado ¿ustedes qué es lo que realmente quieren? Un caso ¿Nos ponemos todos de acuerdo o dejamos que también la política monetaria se convierta en un gallinero al modo de lo que sucede en el reino de España con la política y otros asuntos menos relevantes? Con los famosos QE de la Reserva Federal de Estados Unidos pasó lo mismo, hasta que la FED ha logrado revertir las medidas laxas, porque la economía y el empleo, en efecto, tiran. No sucede lo mismo, es cierto, en el caso de Japón, con una Crisis Sistémica que dura lustros y sin que las medidas de excitación monetaria, al uso de las de USA, hayan obtenido resultados importantes. En Europa, el recorrido es menor en esta parcela. Pero al mago Draghi ya le lanzan tomates y serpentinas impregnadas de alquitrán desde los balcones de algunos analistas y otros tantos voceros de moda. Son los mismos, por cierto, que criticaban, un día sí, y otro también lo que ellos consideraban datos muy endebles de la economía española. En fin, lo de la gata Flora, del perro del hortelano..."

"Particularmente me quedo con las proyecciones de Luis de Gindos al afirmar que si España no comete "errores" y sigue mostrando "cierta" estabilidad política, consigue elaborar unos Presupuestos y continúa con el proceso de consolidación fiscal, puede continuar con su "inercia" económica de crecimientos entre el 2,5% y el 3% durante los próximos tres o cuatro años..."

"Y en este corifeo de analistas y observadores, al que por fortuna las Bolsas no han prestado atención alguna, se apuntan quienes dicen lo mismo que dijeron hace unos meses: el Banco Central Europeo no tiene más capacidad de reacción. Se olvidan, como siempre, de que los bancos centrales poseen el arma más poderosa del mundo: la máquina de hacer billetes y la capacidad sin límite de comprar, con esos mismos billetes, lo que consideren. Dejemos, en fin, que las cosas discurran por el cauce que los bancos centrales han diseñado y, ante todo, nunca digamos, nunca jamás, que los mercados desconfían de los bancos centrales..."


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