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Ricos y pobres han salido perdiendo con la crisis

por Laissez Faire Hace 7 años
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“No es una crisis, es una estafa”. Ese fue el slogan que el movimiento anticapitalista español coreó durante años no para denunciar los excesos del intervencionismo estatal que habían sentado las bases para la crisis económica, sino los presuntos abusos de un capitalismo liberal que, decían, había empobrecido a las clases populares para volver aún más ricos a los ricos. O dicho de otra manera: la crisis era una conspiración de la oligarquía patria para seguir medrando en detrimento de una mayoría social engañada.

Hace unos días, sin embargo, el Banco de España publicó una edición actualizada hasta 2014 de su Encuesta Financiera de las Familias: un documento en el que esencialmente tritura la narrativa preferida del populismo de izquierdas. Y es que los datos de la autoridad monetaria ponen de manifiesto que tanto los ricos como los pobres se han empobrecido con respecto a 2008.

Si analizamos la evolución de los ingresos familiares, comprobaremos no sólo que todos los tramos de renta han salido perdiendo durante la crisis, sino que además lo han hecho en un porcentaje similar: los ingresos medios del 20% de familias con menor renta han pasado de 8.100 euros en 2008 a 7.600 en 2014 (caída del -6,1%); las familias ubicadas entre los percentiles 20 y 40 de renta han visto contraídos sus ingresos de 17.600 euros anuales a 14.700 (-16,4%); las que se hallan entre el 40 y el 60, han pasado de 27.800 euros a 22.700 (-18,3%); las que se encuentran entre el 60 y el 80, de 40.400 a 34.200 (-15,3%); las ubicadas entre el 80 y 90, de 57.500 a 50.000 (-13%); y el 10% de familias con mayor renta han visto reducir sus ingresos de 115.300 euros a 95.300 (-17,3%).

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Si en lugar de fijarnos en los ingresos familiares tomamos como referencia su patrimonio neto, también observaremos una pauperización financiera entre todos los hogares. Mas en este caso, y a diferencia de lo que sucede con los ingresos, sí es verdad que el patrimonio neto del 10% de hogares más ricos cae apreciablemente menos que el del resto de familias: apenas un 4% frente a hundimientos patrimoniales de entre el 40% y el 25% en los demás casos.

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Ahora bien, que un grupo de población haya capeado mejor la crisis que otro no significa que el grupo que haya salido perdiendo menos que el resto haya terminado ganando. Todos los tramos patrimoniales se han empobrecido con la crisis y, de hecho, si el tramo patrimonial más elevado ha logrado minimizar sus pérdidas no ha sido porque algunos de sus principales activos no se hayan depreciado enormemente, sino porque disponía de otros activos que han caído menos y, sobre todo, porque ha seguido ahorrando y capitalizando parte de sus rentas durante el período 2008-2014.

Por ejemplo, y según la propia Encuesta Financiera de las Familias, el valor mediano de la vivienda principal del 10% de hogares más ricos se ha reducido desde los 431.000 euros en 2008 a 300.000 en 2014: una caída del 30% que no es sustancialmente más baja que la de otras familias con un patrimonio neto inferior. ¿Dónde ha residido, entonces la diferencia en la evolución de su riqueza? No en la evolución de sus activos reales: el valor mediano de todos los activos reales del 10% de hogares con mayor patrimonio ha descendido con respecto a 2008. La diferencia reside en su tenencia de activos financieros, la cual ha amentado de manera considerable con respecto a 2009. Ahora bien, ¿por qué ha aumentado el valor mediano de las cuentas corrientes, de las cuentas viviendas, de las acciones cotizadas, de los fondos de inversión, de la renta fija, de los planes de pensiones o de las acciones no cotizadas en manos del 10% de familias más ricas? ¿Porque el valor de mercado de estos activos se ha disparado o porque se ha canalizado durante estos seis años más ahorro a comprar una mayor cantidad de ellos? En muchos casos, es evidente que por lo segundo (el valor de mercado de las cuentas corrientes o las cuentas vivienda no cambia, y los fondos de pensiones ofrecen rentabilidades exiguas que no aumentan su valor salvo que se efectúen nuevas aportaciones): es decir, el patrimonio financiero de muchas familias “ricas” crece no porque la crisis haya revalorizado sus activos financieros, sino porque han continuado ahorrando durante la crisis y, por tanto, incrementando el volumen de su patrimonio financiero. Y ese incremento del patrimonio financiero ha permitido minimizar las enormes pérdidas que igualmente han sufrido en sus patrimonios reales.

En definitiva, la crisis no ha beneficiado ni a las rentas altas (que han descendido un 17% desde 2008) ni a los patrimonios altos (que han sufrido depreciaciones del 30% en algunos de sus principales activos reales, teniendo que ahorrar mucho más para minimizar su descapitalización). Es evidente que se soporta mucho mejor el empobrecimiento relativo disponiendo de una alta renta y de un elevado patrimonio que careciendo de él, pero eso no significa que los ricos sean más ricos gracias a la crisis: los ricos también se han vuelto más pobres. La crisis ha perjudicado, en términos generales, a todos los tramos de renta y de patrimonio: unos han perdido más que otros, pero todos han perdido de manera generalizada. Recurrir a una narrativa polarizante de pobres-buenos y ricos-malos, tal como gusta hacer al caduco populismo de izquierdas, no supera la categoría de propaganda: bastar echarle una mirada a los datos.


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