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La crisis griega como nuevo foco de preocupación de la UE en el 2017

por Ismael de la Cruz Hace 7 años
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Llevábamos un buen tiempo sin escuchar la frase “crisis griega o crisis de Grecia”, un tema que trajo en jaque a los mercados y a los inversores. Pero esta pausa no obedece a que todo quedase debidamente resuelto, sino al contrario.

Y es que el Gobierno heleno ve cómo día tras día su apoyo va menguando y a ello se une la obligación de encarar las demandas de los acreedores, demandas rígidas que ofrecen poco escenario de diálogo.

Así las cosas, el partido que gobierna, la izquierda de Syriza, no descarta en absoluto la posibilidad de convocar elecciones anticipadas en el año que se nos avecina, más que nada porque se ve desbordado e incapaz de sacar alguna concesión, ni de la Unión Europea ni del FMI, por ejemplo una reducción o condonación de la deuda.

La hoja de ruta pasaría por un último intento del Gobierno a primeros de año para intentar sacar de los acreedores alguna muestra de benevolencia, pero todo apunta a que será bastante complicado.

¿Y por qué convocar nuevas elecciones? Tengan en cuenta que la crisis griega ha devorado a cuantos Gobiernos han intentado hacerle frente desde hace ya casi 8 años. Es un tema que provoca un desgaste inusitado al que pocos pueden o se atreven a hacer frente. Las nuevas elecciones serían un intento de salir de las enormes presiones que soporta el Gobierno con todo lo relacionado con el programa de rescate tan impopular a todas luces. Una huída hacia adelante en toda regla.

No es fácil la situación actual del país, que ha de sucumbir a las pretensiones y exigencias (legítimas, dicho sea de paso) de Alemania y del FMI. El primero en todo caso sólo cedería para reducir un poco la deuda. El segundo insiste en el mantra de que han de acometer reformas estructurales e impopulares, siendo el plato estrella del menú los recortes de las pensiones.

En el otro lado, la zona euro, que si ya de por sí tenía preocupaciones en el 2017 (elecciones en Italia, Francia, Alemania, evolución del Brexit, sector bancario italiano, primeras medidas del Gobierno de Trump), el tema de Grecia sería la puntilla a todo intento o anhelación baldía por mantener la unidad impertérrita de la UE ante el auge irremediable del populismo en el Viejo Continente.

Así las cosas, Europa no quiere ninguno de los extremos. Descarta avivar las llamas de la crisis helena, evitando un nuevo foco de preocupación, pero tampoco desea abrir la mano y conceder a diestro y siniestro cuantas peticiones les llegue desde Atenas.

¿Cuál es la estrategia que persigue el Gobierno? Podría convocar elecciones anticipadas en el 2017, se confirmaría la derrota de Syriza y se formaría un nuevo Gobierno bajo el auspicio de Nueva Democracia.


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