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Eurostat publicaba el lunes pasado los últimos datos de déficit y deuda pública del área Euro, correspondientes al Q2 de este año. Así, seguía el lento ajuste del déficit (1.5 % del PIB desde 1.6 % anterior y niveles de 2.2 % a finales del año pasado) y de la deuda (91.2 % del PIB frente a 91.3 % y 92.1 %). En el primer caso, resultado en mayor medida del aumento de los ingresos frente a la relativa estabilidad de los gastos (46.4 % vs. 47.9 %). Por lo que respecta a la deuda, su reducción relativa al producto responde al mayor crecimiento de este último cuando la cifra absoluta de deuda también lo ha hecho.

¿La evolución por países? Estos son los datos…

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• Deuda pública

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El Presidente del BCE demandaba la semana pasada una política fiscal más favorable al crecimiento, de forma que tomara el testigo (conjuntamente con reformas estructurales) al elevado protagonismo actual de la política monetaria. Lo cierto es que las previsiones oficiales aluden a una expansión del déficit estructural para el área este año de hasta tres decimales del PIB, lo que contrasta con el descenso del déficit previsto hasta un 1.9 % para todo el ejercicio. ¿La diferencia? Como decía al principio, producto de la mejora cíclica de la economía y del descenso del coste de financiación. La “restricción financiera” inducida por el BCE favorece la reducción de los costes de financiación, aunque como hemos visto en los datos de deuda sigue creciendo en datos absolutos.

La “expansión” fiscal esperada en la zona EUR este año contrasta con el ajuste que la OCDE prevé para las principales economías, del orden de 0.3/0.6 puntos del producto. Dicho esto, hablamos de niveles de déficit público esperados del 5.1 % en Japón, 4.3 % en USA y hasta un 3.8 % en UK (deuda pública del 233.1 %, 114.2 % y 115.3 % del PIB respectivamente). El G20 ha demandado de forma consistente una combinación de políticas, fiscal y de oferta. La realidad, con los números anteriores, no parece que ofrezca mucho margen en el terreno fiscal. Y las reformas estructurales quedan relegadas a un escenario político que como mínimo parece complejo.

Mientras, en Europa muchas esperanzas de expansión fiscal se centran en el Plan Juncker aprobado un año atrás. A través de garantías de la Comisión y del BEI, podría movilizar anualmente hasta 0.8 puntos del PIB en proyectos de inversión entre infraestructuras y pymes con el objetivo de que el peso de la inversión superé a medio plazo el 20 % del producto. Un objetivo ambicioso, sin duda.


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